Por Benignoram os.
Hace ya muchísimos siglos, tantos ya que parece que fue antes de ayer... ocurrió en lugar muy lejano, cuyo nombre no recuerdo ahora mismo.
Quizás fuera en el principio de los tiempos cuando el Buen Dios en el momento de crear el universo dotó a las estrellas de movimiento respecto la tierra, que daría cobijo a todos los seres humanos hechos a su imagen y semejanza, otorgándonos la categoría de hijos suyos.
Sin embargo un buen día las estrellas se cansaron de tanto movimiento y le propusieron al Creador un cambio en el firmamento, estimando que fuera la tierra la que se moviera y ellas pudieran permanecer quietas, concentrando así toda la energía que consumían al moverse en proporcionar luz al manto nocturno que arropaba a los habitantes terrestres. El Señor ante tal petición se quedó perplejo, no tanto por la rebelión que habían provocado las estrellas sino por el fastuoso espectáculo que proporcionarían éstas al implementar todas sus energías en colorear de luz las noches de nuestro planeta. Así pues, como no podía ser de otra forma les concedió su atrevida petición.
Cuando las estrellas se alinearon en el firmamento se dieron cuenta de que faltaba una de ellas, se contaron una y otra vez, pero seguían echando en falta a una de ellas. El Señor que había estado observando todo el proceso pudo comprobar como esa estrella que faltaba seguía moviéndose de un lado para otro sin descanso alguno, ante tal nobleza y dedicación el Buen Díos no pudo más que reconocerle su voluntad y para recompensarla de alguna forma le otorgó una virtud, la de poder satisfacer los deseos de los humanos. Y decidió denominarla “fugaz”, como reconocimiento de la fuga que había propiciado del resto de sus compañeras. Y así fue como hace ya unos dos mil años , tres lejanos Reyes de Oriente deseosos de encontrar un niño persiguieron sin saber muy bien lo que hacían, un resplandor en el cielo, que los aunó en sus caminos hacía un pesebre bajo un manto de estrellas luminosas como nunca, el cual daba cabida a unos padres llamados María y José de un precioso niño llamado Jesús y que a partir de ese momento se convirtió en Dios, gracias al deseo de unos Reyes , a la virtud de una estrella y a la constancia de unos padres.
Por esa razón ayer por la noche cuando me asomé a mi ventana antes de irme a dormir, no vacilé ni un solo instante en formular un deseo al vislumbrar un haz de luz en el cielo que bien podría ser provocado por la estrella fugaz. Desconozco si mi deseo ha comenzado a cumplirse, pero esta mañana me he despertado con mi tema musical favorito, sorprendentemente el pan no se me ha quemado, el café estaba en su punto tanto de temperatura como de sabor, ninguna molestia me ha recordado que tengo un cuerpo, me he levantado como un niño y cuando me he asomado al aseo he visto una sonrisa reflejada en el espejo que en mi rostro y de buena mañana es impropia. El ascensor estaba en mi portal como esperándome y el coche me ha arrancado a la primera. En este preciso instante me he detenido y suspirando he tenido que reconocer que mi deseo se estaba llevando a cabo y eso que cuando lo pedí solo pensaba en vosotros.
FELIZ NAVIDAD, de todo corazón.